miércoles, 15 de julio de 2009

La caja de Pandora

Érase una vez...

y es que no puedo empezar con otra frase esta entrada. Ayer, durante una reunión de amigos surgió la necesidad de recordar esta maravillosa historia.

Y quiero iluminar (literalmente) lo que voy a contar con la siguiente canción:


Y es que la querida Pandora nos ha hecho descubrir a la Humanidad lo que es el hambre, la vejez, los celos y esas cosas malas que están en nuestro mundo. Pero también dejó salir la esperanza que como muy bien dijo alguien ayer "es lo último que se pierde".

Desde pequeña me ha gustado mucho esta historia, porque aunque no lo parezca tiene bastante transfondo. Creo que todos tenemos en el fondo una Pandora, que cuando no lo puede evitar, abre su caja y deja salir esas cosas malas que cada uno, en nuestra propia caja, tenemos. Aunque claro está, algunos tienen una caja mucho más grande que otros.

El problema es que muchas veces, ese insecto que sale de nuestra caja va a parar a la gente que más queremos. He oído muchas veces la frase: "hacemos más daño a quienes más queremos". ¿Quién no ha pagado sus problemas con su madre o su padre? ¿Con su mejor amigo o amiga? ¿Su pareja? Y sin embargo, no le ha dado nunca una mala contestación a alguien que ni le iba ni le venía. Muchas veces preferimos soltar nuestros insectos con la gente que queremos y puede que hasta sea inconsciente porque... acaso ¿no es con esas personas con los que tenemos más confianza para hacerlo?

Pero no debemos. Una vez, en un seminario de psicología nos contaron otro cuento muy interesante. Y es que un chaval, cada vez que daba una mala contestación a alguien que quería o apreciaba, tenía que clavar una chincheta en una puerta. Llegó a tener el dedo hinchado y cuando ya no pudo más, fue quitando las chinchetas de la puerta y descubrió que aunque, las había quitado, seguía quedando un agujero en la puerta. Pequeño... pero había dejado marca y lo peor es que esa marca puede que nunca más fuese a desaparecer.

Y por eso yo digo, que sé que es muy difícil no abrir la caja de nuestra propia Pandora, pero que intentemos tener cuidado con a quien pica el aguijón.



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