domingo, 24 de julio de 2011

Espejos


Hace escasamente una hora, mi espejo favorito se ha roto. Tenía ese espejo desde hacía veinte años. Venía en un estuche de maquillaje, era de color rojo, redondo, perfecto. Se ha caído del lavabo y se ha hecho añicos. Mi padre ha venido a ver qué había pasado ante tal estruendo y al ver que era solo un espejo se ha retirado casi al momento añadiendo un "ten cuidado al recogerlo, no te vayas a cortar". Yo sin embargo, me he quedado sentada en la taza del water mirándolo durante unos cuantos minutos.

En seguida, ha venido a mi cabeza el momento en el que me lo regalaron, la de viajes que hemos compartido juntos, la de veces que me he mirado las imperfecciones de la piel, los pelos que no deberían de estar ahí, la perfecta raya de ojos conseguida... y he descubierto que ese espejo sabía todos mis horribles secretos, pero también a veces me aportaba una visión casi perfecta de mi aspecto. Era el primero en verme por la mañana, él último en mirarme por la noche. Y ahora parece que nos hemos despedido. Yo desde mi asiento y él desde el suelo, con la cara desfigurada.

Y todo ello acompañado de "back to black" de Amy Winehouse; la chica de 27 años que nos dejó ayer. Tenía el pelo negro, cardado y los ojos pintados con una enorme raya negra. Era una mujer de delgados brazos, de piernas con tacones, de faltas de leopardo y de horrible dentadura. Pero también era la mujer que subía al escenario tropezándose, la que acusaron de no saberse sus propias letras, la que bebía, fumaba y se drogaba. La que parecía meter el centro de rehabilitación en el neceser de la maleta... junto a, posiblemente, un espejo parecido al mío.

Puede que Amy, también se dedicase en algún momento del día, a observarse en su propio espejo redondo, rojo y perfecto. Puede que él, al igual que el mío, supiese realmente por qué Amy se comportaba así o, mejor dicho, cómo se sentía Amy para hacer lo que hacía. Tengo razones para pensar que Amy se sentía triste y desgraciada. Sola en un mundo repleto de fans y de flashes de fotógrafos. Puede que su espejo no fuese tan bueno como el mío y nunca le dejase ver la belleza más escondida que ella tenía. Porque Amy era bella a pesar de todo. Era bella porque podía crear y transmitir, era bella porque podía cantar dos discos que nunca serán olvidados.

¿Y qué fue entonces de esa relación tan parecida a la mía? Hoy, yo observaba como mi espejo me miraba desde el fondo, tumbado en el suelo, con la cara hecha añicos... Ayer, puede que el espejo de Amy llorase, mientras observaba la bella cara que él sabía que ella tenía, tendida en el suelo de su casa de Londres.


1 comentario:

Ana Campoy dijo...

Puede que lo que se haya roto no sea más que su reflejo, lo que quedó de la original. Lo importante ahora sería preguntarnos por dónde se quedó ella.
Precioso post.