Muchas veces he oido la expresión "quien tiene vergüenza, ni come ni almuerza", la cual me hace mucha gracia.
Yo para algunas cosas soy muy vergonzosa... pero para otras se diría que no tanto.
Parte I - Mi desvergüenza
Resulta que yo siempre he odiado a esos "jóvenes" que ponen la música de su móvil a todo volumen y todo el vagón nos enteramos de lo que el chaval/chavala está escuchando. Los días de los cascos con tu walkman (o incluso tu mp3), poniéndolos bajito para que no molestar a la gente que está a tu alrededor, parecen haber acabado.

Así que le dije un "tranquilo, solo quiero saber la canción que estás escuchando". Al chico parecía temblarle las manos (no tendría más de 15 tacos aunque aparentaba 13) mientras buscaba de nuevo en su móvil la canción. No sé si por los nervios o porque no lo sabía, no podía decirme con exactitud el intérprete y el título de la canción, así que me dijo:
- ¿tienes bluetooth?
Yo afirmé y entonces lo que hizo fue pasarme la canción en los dos minutos que quedaban para llegar a la estación. Cuando bajé del vagón junto con él terminó de bajarse la canción. Le dije un "gracias" y el chaval desapareció.
La duda que me queda ahora es si el chico a partir de ese día volvió a poner música en los vagones de trenes a todo trapo o a partir de ese momento comenzó a usar cascos. A lo mejor, mi acto le motivó para hacerse DJ. ¿Quién sabe?
Parte II - La desvergüenza de los demás
Estaba yo abriendo mi correo electrónico cuando descubrí un curioso mensaje de un chico al que llamaremos SL. El chico estaba desesperado porque no encontraba la banda sonora de "Mapa de los Sonidos de Tokio". Había entrado en este blog y había visto mi entrada correspondiente a la maravillosa música que acompaña a esta película. Así que SL, ni corto ni perezoso, me pedía que por favor me dijese como encontrarla.

Puede que ya sé a quién ir a visitar si algún día me paso por Brasil.
¡Encantada de conocerte SL!
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